sábado, 18 de agosto de 2012

España

Conocí a mi compradre franchute en las orillas del embalse Atazar. Su nombre era Mario Waraco. Nos hicimos colegas tomando unas cervezas en plena playa de Madrid.
Charlamos, intercambiamos opiniones gracias a su avanzado conocimiento del idioma castellano. Era un buen bebedor de cerveza, me había doblado en número de latas. No en vano, yo me encontraba en mi ocaso de bebedor de alcohol, incluso cuando nunca había tenido un gran saque. Pero ahora me encontraba en horas bajas, y seguramente sería así para el resto de mis días en esta podrida sociedad.

Lo que más me entusiasmó de la estancia con él y su novia, fue su personal punto de vista de los acontecimientos de este país. Cómo él interpretaba costumbres nativas en comparación con las de su propio país y centroeuropa, por donde él había viajado con gran asiduidad.

Se quedaba sorprendido de que la gente condujera hablando con el móvil. También se quedó loco de ver la cantidad de sudamericanos presentes en el lago. No le parecía que esto fuera España. En especial, le pareció agravante lo poco educados que eran los bolivianos. Y lo gracioso fue cuando habló de la escasez de feminidad de las hembras bolivianas, a las que sin pudor alguno denominaba botijos. Poco pecho, mucha panza, y cero culo !.....Obviamente tenía razón, pero qué culpa tenían algunos de nacer con un cuerpo u otro?...Él se jactaba de ser un gran reconocedor del país de origen de los sudamericanos observando su aspecto físico y sus comportamientos sobre la arena del medio lleno embalse. Su mujer, que más bien parecía su hermana, portaba exclusivamente un tanga que no le cubría ni siquiera el parche anti-embarazo. Dejaba mostrar bien a las claras sus pechos, y sus preciosas y amplias nalgas. El resto del pantano, se encontraba atestado de nalgas caídas de maduras, y de poco más. La dorada francesa era el espectáculo playero.

Hacia las 3 de la tarde, se plantó a escasos diez metros un grupete de bolivianos modernos. Esto es, desanclados de la estereotipada imagen bolingui, para asemejarse un poco más a los modernos homo sapiens. Tipos con la cabeza rapada estilo macarra, mujeres con atractivos sujetadores, piel bronceada, y hermosos peinados, pero aún sin rastro de culos....

Mario odiaba la moda de los tatuajes y piercings. Identificaba tales avalorios con una falta de autoestima, apetencia de llamar la atención, no pasar desapercibidos sería lo peor para gente de esa calaña... Tampoco le gustaba eso de ver a la banda llevando a los perros a las orillas del embalse...él consideraba a los perros como otra novedosa moda de los modernitos.....

En fin, yo comulgaba con gran parte de sus críticas....me sentía igualmente extranjero en mi propia tierra, y ajeno a una sociedad ruín, pervertida, y falta de valores. Era crudo pensar que proveníamos de una dictadura y nos encontramos en una feria donde los frikis y payasos, deambulan sin consenso y sin penalización. Después de todo, me congratula saber que en invierno, puedo pasear por las orillas del Atazar sin que nadie me toque la polla. Sólo en verano, y en las situaciones de más concurrencia, aparecen ante uno los sujetos más indeseables e inadmirables.....

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